Esta es una parte del proceso que seguí para mi participación en Viernes de Ilustración de Golpe Avisa. En este mes de enero, el tema fue Inmortal.


Mi primer pensamiento acerca de la inmortalidad se lo robó la figura de la tortuga por varias razones. En primer lugar es uno de los animales más longevos llegando a vivir cerca de 200 años, si una persona lograra vivir ese tiempo simplemente se le consideraría inmortal. Después, recordé el mito hindú en el que el mundo es sostenido por cuatro elefantes y estos a su vez se apoyan sobre el caparazón de una gran tortuga. Finalmente, amo a los animales y son uno de mis temas preferidos para dibujar, además de niño tuve tortugas aunque las mías no resultaron tan longevas...


Bueno, entonces la idea básica era realizar una tortuga...y sobre su caparazón ubicar rostros humanos. En esta imagen pueden ver algunas ideas muy burdas de lo que quería hacer. 




A mi parecer la más interesante era la imagen del beso, ya que todos recordamos un beso memorable, osea un beso inmortal... Una vez concretando la idea, la dibujé con un lápiz duro sobre un block de dibujo.








En esta imagen se aprecia el sombreado a lápiz en proceso.






Aquí el sombreado con lápiz sepia estaba casi terminado, pero se agregaría otra capa de lápiz más oscura para agregar profundidad a la imagen.

Esta es una parte del proceso que seguí para mi participación en Viernes de Ilustración de Golpe Avisa. En esta ocasión el tema fue This is the end con motivo del evento de ilustración The End.
En primer lugar, la frase era abierta y daba lugar a muchas interpretaciones; sin embargo decidí que no se puede dejar de lado la idea apocalíptica ya que me parece curiosa la manera en que el ser humano sueña y trata de predecir el final de las cosas al no poder comprender el hecho de que son infinitas, atemporales y fuera de su alcance.

Ello dio pauta a la idea básica de una escena apocalíptica surgiendo de la cabeza de un ser humano. El rostro de una mujer me pareció más adecuado, ya que si de ellas surge la vida, de ellas puede surgir todo lo demás. La escena es complementada por el sistema solar orbitando alrededor de la figura femenina, pues ella es el Sol y su calor es el que llega a los planetas.

Teniendo el dibujo casí definido, lo transferí a otro sustrato gracias a la mesa de luz, y allí se corrigieron algunos detalles para obtener un dibujo entintado y un trazo de mejor calidad.







En esta etapa sólo definí de manera general algunas luces y sombras, en tonos naturales. El color de la acuarela serviría de guía para la aplicación de color digital.






Como se puede ver, digitalmente se montó el color en acuarela con el trazo entintado y se realizaron ajustes en la paleta de colores elegida para la ilustración.

Esta es la otra ilustración que realicé posteriormente al término del taller de ilustración del maestro Gabriel Martínez Meave en El Hábitat Creativo (Puebla).  El bocetaje lo realicé durante el taller, pero la ejecución de la ilustración se llevó a cabo fuera del mismo.

El ejercicio consistió en conceptualizar a través de una ilustración el fragmento de texto siguiente de la obra Rayuela de Julio Cortázar:

“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sústalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias”